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NOTICIAS | HISTORIA
Desde el exterior se ve como una muralla, pero es un pasadizo que sirvió como vía de escape a más de un Pontífice
Desde el exterior se ve como una muralla, pero es un pasadizo que sirvió como vía de escape a más de un Pontífice

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Desde el exterior, el pasadizo se ve como una muralla muy parecida a las construidas en la antiguedad con el fin de proteger las ciudades, pero en su interior es un largo pasadizo que en varias ocasiones sirvió como vía de escape a los Papas

Hace 485 años, exactamente el 6 de mayo de 1527, los soldados de Carlos I de España y V de Alemania derrotaron en el norte de Italia a tropas venidas de Francia, que tenían como su aliado primordial a los estados Pontificios.

Los mercenarios a su mando, habían sido informados de la falta de dinero para poder cobrar sus salarios, así que estaban realmente bastante molestos. Entonces, se decidieron a cobrar sus sueldos, por si mismos, saqueando la ciudad de Roma.

Se plantaron en la ciudad, prendiendo fuego a numerosas casas y logrando abrir un par de boquetes en la muralla vaticana. La vida del Papa, Clemente VII, corría grave peligro. Sólo quedaba una opción: huir a toda prisa.

El Sumo Pontífice, cubrió con una capa su blanca vestidura, con el fin de no llamar la atención. Y, encogido, para evitar que las balas de los arcabuces le pudieran alcanzar, recorrió a caballo los 800 metros del corredor secreto que comunica el Palacio Pontificio, de la Santa Sede, con la ciertamente más segura fortaleza del cercano Castel Sant’Angelo.

Muy seguramente, Clemente VII sintió la misma vergüenza que debió sentir, allá por el año de 1494, el valenciano Rodrigo Borgia, para ese entonces ya investido como el Papa Alejandro VI, por su bochornosa retirada al utilizar ese mismo pasaje para escapar de las tropas francesas.

Este “corredor de emergencia” de los Papas, estuvo abierto al público por unos pocos días. Al menos, la parte que le corresponde a Italia, que parte desde el Castel Sant’Angelo.

Tras recorrer unos cuantos metros, el pasadizo se adentra en el territorio del Vaticano, donde el pasaje está cerrado a cal y canto a las visitas. De cualquier modo, resulta realmente impresionante recorrer algunos metros de la que fuera la vía de escape de los Papas.

Para empezar “el passetto”, como se le conoce en Roma, no es un pasadizo subterráneo. Al revés: discurre a unos 10 metros por encima del suelo. Se asienta sobre la muralla leonina, así llamada porque fue levantada por el Papa Leone IV, entre los años 848 y 852, para proteger el Vaticano y la basílica de San Pedro de los musulmanes.

Es uno de los puntos más famosos del vecindario del Vaticano. Es difícil no verlo, pues es un muro de piedra que se extiende casi un kilómetro desde el pie del Palacio Apostólico Vaticano hasta Castel Sant’Angelo, junto al río Tiber.

Este corredor, que funciona como una salida de emergencia del Vaticano, es obra de Nicolás III. Este Papa, al que por cierto se debe el origen del vocablo nepotismo, dada su desenfrenada manía por colocar a sus sobrinos, “nipoti” en italiano, decidió alrededor del año 1273 trasladar la residencia apostólica al Castel de Sant'Angelo, que era propiedad de su familia y donde, a partir de él y durante unos 500 años, residieron los Papas.

Nicolás III tomó la decisión por la fama de inexpugnable del Castel de Sant'Angelo y por su proximidad con la basílica de San Pedro y los palacios vaticanos, donde se desarrollaba la vida diplomática de los estados pontificios. Y, precisamente, con la idea de hacer más seguros los palacios vaticanos optó por construir el célebre corredor, cuya importancia estratégica vital ha quedado probada en varias ocasiones.

Varios siglos después, Francesca d’Ottavio organiza visitas guiadas a “el passetto”, que se han convertido en una de las atracciones más populares de Roma. El pasadizo suele estar cerrado al público. Pero en ocasiones, y por breves días, permanece abierto al público que visita el Castel Sant'Angelo. Se trata, sin dudas, de una experiencia única.

Para los que escogen caminar tras los pasos de Papas furtivos, la experiencia es doble: no sólo están caminando sobre un pedazo de historia, también tienen una vista sin igual del Vaticano. Cuando te encuentras entre el ángel de la terraza y la cúpula de la Basílica de San Pedro, te encuentras en medio de dos estructuras diferentes, y no sabes si mirar hacia adelante o el hacerlo hacia atrás.

Clemente VII atravesó “el passetto” cuando su vida estaba en peligro durante un ataque contra Roma. A raíz de su reputación como un camino hacia la seguridad, nació un mito urbano que dice que si un hombre corre unas setenta veces sobre “el passetto”, desaparecen todos sus problemas.

Francesca dice que la parte más gratificante del camino es llegar a Castel Sant’Angelo, igual que hicieron los Papas. Sólo que hoy, la gente lo disfruta de una manera muy diferente. “Yo creo que la terraza del ángel es la parte más hermosa. Es una de las terrazas más altas de Roma. Por eso ofrece una vista de 360 grados de toda la ciudad. Una vista preciosa”, comenta embelesada.

Lamentablemente, tanto romanos como turistas deberán esperar hasta el próximo verano para poder disfrutar nuevamente “el passetto” por unos pocos días y, poder así, volver a caminar tras los pasos de los Papas.

Actualizado el 17 de octubre de 2015
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