Redaccion | Agosto 01, 2014
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Madonna ha revelado un dramático capítulo de su juventud: la violación de la que fue victima, lamentamente, en sus comienzos en Nueva York.
“El primer año, me amenazaron con un arma. Fui violada en la azotea de un edificio a la que fui arrastrada con un cuchillo en la espalda”, recuerda. “Robaron en mi apartamento tres veces, y lo destrozaron todo. No sé por qué, ya no tenía nada de valor después que se llevaron la radio la primera vez que robaron”, cuenta la cantante.
Aunque en esta ocasión, la cantante no dio más detalles del ataque sobre el cual, según el diario de farándula The Hollywood Reporter, ya había hablado en una entrevista en 1995 y comentado muy en detalle en una biografía que se publicó en 2007.
Madonna, ahora con 56 años de edad, detalla cómo vivió esa época de sueños en la que viajaba desde Michigan hasta la Gran Manzana para convertirse en una verdadera artista y poder expresarse en “una ciudad de inconformistas y gente atrevida”.
“Pero Nueva York no fue todo lo que yo pensé que sería. No me recibió con los brazos abiertos”, recuerda la cantante.
La reina del pop reconoce con gran crudeza los miedos que tuvo en sus comienzos y cómo logró reponerse y sobrevivir. “Intentaba ser una buena bailarina a nivel profesional, mientras pagaba el alquiler posando desnuda para clases de arte, observando a la gente que me miraba. Pensando en si se atreverían a verme como a algo más que una simple forma, a la que estaban tratando de capturar con sus lápices y carbones”, comenta.
“Era osada. Empeñada en sobrevivir. En todo lo que hacía. Pero era difícil y estaba sola, tenía que desafiarme a mí misma todos los días para salir adelante”, asegura en el artículo.
“Algunas veces jugué a ser la víctima y llore en mi minúsculo dormitorio del tamaño de una caja de zapatos, con una ventana que daba a una pared, mirando la mierda de las palomas que había en ella. Me preguntaba si todo aquello valía la pena pero, tras reponerme, al ver una postal de Frida Kahlo pegada a la pared, la visión de su bigote me consolaba. Porque ella era una artista a la que no le importó lo que la gente pensara. Yo la admiraba. A pesar de que la gente la trató mal, que la vida la trató mal, ella se atrevió. Si ella pudo hacerlo, ¡entonces yo también podría!”, rememora la estrella del pop.
Madonna recordó sus primeras impresiones de aquellos tiempos: “Los altos edificios y el gran tamaño de Nueva York me dejaron sin aliento. Las aceras chisporroteantes por el calor, el ruido del tráfico y la electricidad de la gente lanzándose sobre mí en las calles fue todo un shock para mis neurotransmisores. Me sentí como si hubiera conectado con otro universo. Me sentía como un guerrero que se hundía entre la multitud en su lucha por sobrevivir. La sangre bombeaba fuertemente por mis venas, ya estaba lista para la supervivencia. Me sentía viva. Pero también estaba muerta de miedo y asustada por el olor a orina y vómito por todas partes, especialmente en la entrada de mi tercer piso sin ascensor”, recuerda.
Madonna también habla con detalle de su inconformismo juvenil, “Crecí en un suburbio en el Medio Oeste. Era todo lo que necesitaba para entender que el mundo estaba dividido en dos categorías: las personas que seguían el statu quo y apostaban a lo seguro, y las personas que lanzaban las convenciones al carajo y bailaban al ritmo de un tambor diferente. Opte por la segunda categoría, y pronto descubrí que ser un rebelde y no conformarte con nada no te hace muy popular. De hecho, todo lo contrario. Eres considerado como un personaje sospechoso. Un perturbador. Alguien peligroso”.
“Cuando tienes 15 años, esto te puede hacer sentir un poco incómodo. Los adolescentes quieren encajar en un grupo y por otra parte ser rebeldes. Beber cerveza y fumar marihuana en el estacionamiento de mi escuela no era mi idea de ser rebelde, porque eso lo hace todo el mundo. Y nunca quise hacer lo que hacía todo el mundo”, evoca la cantante.
Pero la mudanza a la ciudad de la Gran Manzana no fue el único cambio difícil para la artista, que en su artículo también nos cuenta los problemas que tuvo para adaptarse al Reino Unido tras casarse con el director de cine Guy Ritchie.
“No fue fácil para mí. Sólo porque hablemos la misma lengua no significa que hablemos el mismo idioma. No entendía que todavía hubiera un sistema de clases. No entendía la cultura de los pubs. No entendía por qué el ser abiertamente ambiciosos estuviera mal visto”, explica la cantante. Sin embargo, asegura que finalmente aprendió a querer al país.
“Me desatasqué y encontré mi lugar y aprendí a amar el humor inglés, la arquitectura georgiana, el pudding de dátiles, la salsa de toffee y la campiña inglesa. No hay nada más bello que la campiña inglesa”, afirma.
Madonna, que se divorció de Ritchie en 2008 y regresó a los Estados Unidos, también escribe sobre cómo conoció la Cábala: “Cuando el mundo descubrió que estaba estudiando la Cábala, se me acuso de unirme a una secta. De ser víctima de un lavado de cerebro. De dar todo mi dinero. ¡Me acusaron de todo tipo de cosas locas!”, cuenta la artista.
“El hecho de estudiar la Cábala realmente asustaba a la gente. Todavía lo hace. Se podría pensar que el estudio de la interpretación mística del Antiguo Testamento y el tratar de entender los secretos del universo serían cosas inofensivas. Yo no estaba haciendo daño a nadie. Simplemente, ir a clases y tomar notas en mi cuaderno, contemplando mi futuro. En realidad estaba tratando de ser una mejor persona”, confiesa.
Si bien la artista se dio el tiempo de recordar sus primeros años en el ruedo en su artículo, que publicará la reconocida revista estadounidense, también se refirió a pasajes más recientes en su vida, como cuando adoptó a su hijo David Banda en 2006, hecho que desde entonces le ha traído más de un problema.
“Fui acusada de secuestro y contrabando de menores, de usar mi figura para saltarme los procesos legales y de reírme del gobierno. Todo eso fue una experiencia reveladora para mí, un punto realmente bajo en mi vida. No pesé nunca que me castigarían por tratar de salvar la vida de un niño”, revela.
La artista, también hace un repaso a su peculiar relación con la religión: “Tengo una relación divertida con la religión. Soy una gran creyente en los ritos, siempre y cuando no hagan daño a nadie”. Y a sus continuas provocaciones a todo lo establecido: “Para mí, hay una diferencia entre las reglas y el orden. Las reglas son aquello que las personas siguen sin rechistar. El orden es lo que se consigue cuando las palabras y las acciones unen a las personas en lugar de separarlas. Sí, me gusta provocar, está en mi ADN. Pero nueve de cada diez veces tengo una razón para hacerlo”, admite en su artículo de la revista estadounidense
La otrora “Material Girl” sigue siendo una estrella del pop y además con una madurez mental que le ha servido para convertirse en lo que hoy es, una de las mejores artistas de la historia de la música. La cantante, madre de cuatro hijos, dos de ellos adoptivos, vive ahora nuevamente en Nueva York, dedicada a hacer películas.