Redaccion | Enero 05, 2015
Oferta Especial
“A lo largo del 2014, su figura se fue agigantando, hasta lograr perfilarse como un “papa del mundo” y no sólo de los católicos, en un plazo mucho más breve que el de Juan Pablo II”, explicaba el diario ABC, de España, al aducir los motivos de su elección.
Al terminar 2013, Francisco ya había sido nombrado “Personaje del Año” por la muy influyente revista “Time”. Facebook, constató que el pontífice fue el personaje al que más veces se le mencionó en la red social en ese mismo año.
Este año, ha sido el turno de Twitter. Esta afirmación viene confirmada por un estudio de Reputation Metrics, un proyecto especializado en medir los niveles de impacto mediático de las distintas personalidades publicas.
El informe, sitúa al papa Francisco como el personaje más influyente de dicha red, muy por delante de otros lideres como el presidente Obama, con un mayor número de seguidores, pero mucho menos retuiteado.
Pero, ¿cuál es el secreto del papa? ¿Cómo es posible que le aplaudan a la vez personajes tan disímiles como Obama y Raúl Castro? ¿Por qué los congresantes de los Estados Unidos le invitaron a intervenir ante sus dos cámaras siguiendo el formato de los discursos presidenciales? ¿Por qué el Parlamento Europeo le ha dedicado la más estruendosa ovación en pie en la historia de la Eurocámara?”, se pregunta uno de los corresponsales que cubren la fuente del Vaticano, Juan Vicente Boo.
“Quizás porque este papa “salta a la arena” en defensa de todos los débiles. Porque actúa siguiendo sin miedo sus principios éticos y también sus corazonadas. Porque se fue, sin ningún tipo de comitivas, a la isla de Lampedusa antes que ir a cualquier ciudad italiana y a Albania antes que a cualquier otro país del continente europeo”, responde.
Y nosotros, agregamos, que quizás también sea porque dice verdades bastante incómodas, poniendo sobre el tapete lo que otros no se atreven a mencionar en público. Un papa que llama al pan pan y al vino vino, sobre todo en cuanto al tema de la reforma de la Curia vaticana, algo que le crea muchos enemigos, incluso en medio de sus propias filas, especialmente si critica en público a los “trepas”, los “carreristas” y los organizadores de “cordadas” de poder.
Hace un año nadie pensaba que el papa Francisco pudiese mantener el aire de novedad o el ritmo rompedor de sus primeros diez meses. Más, sin embargo, a lo largo del pasado año, su figura se ha ido agigantando hasta lograr perfilarse como un gran líder “universal”, no sólo de los católicos. Su popularidad es la envidia de los estadistas. Y, su particular estilo de vida, muy sencillo, es lo que muchos ciudadanos piden a los gobernantes derrochadores.
Si éste es el año del inicio de un camino imparable hacia la transparencia, el papa ha sido el adelantado en su aplicación. Lo ha hecho con las finanzas vaticanas, con la pederastia en el interior de la Iglesia. Ha sido firme y claro contra la mafia, contra la corrupción, contra el terrorismo de Estado, contra el aborto y contra la eutanasia, contra la violación de los derechos humanos.
Y ha sido cercano ante los más débiles, ante los que sufren, ante los inmigrantes, ante los que se hallan alejados de la Iglesia por asuntos de indole personal, como el divorcio o la sexualidad.
Ha jugado un papel indudable en el mundo internacional, llevando a israelíes y palestinos a rezar juntos en el Vaticano. Viajó a Turquía para pedir a los líderes islámicos un frente común contra la violencia. Ha rezado en el Muro de las Lamentaciones y en la Gran Mezquita. Se ha reunido con refugiados de Siria e Irak. Ha denunciado la situación en África y Oriente Medio, la violencia terrible del estado Islámico, la persecución y aniquilamiento de decenas de miles de cristianos. Ha sido decisivo en el acuerdo entre Cuba y Estados Unidos.Pero lo más importante de este papa es su mensaje siempre positivo, siempre de apoyo, siempre de tender una mano y no de poner barrera alguna, siempre al lado de los derechos de los más vulnerables.
Firme, pero abierto. Contundente pero afectuoso. Sin cerrar ninguna puerta. Alguien que le conoce ha dicho que este papa es consciente de que tiene una ardua labor, hacia dentro y hacia fuera, y sólo unos años para llevarla a cabo. Y que lo va a hacer hasta que las fuerzas se lo permitan. El día que no pueda, dimitirá como su antecesor. Pero hasta ese momento, que ojalá tarde mucho, este papa es un ejemplo para los cristianos y para los no cristianos, una potente luz en medio del desconcierto.
Paradójicamente, le detestan algunos miembros de su propia retaguardia, especialmente, de la propia curia vaticana, contra la que ha arremetiddo y contra sus “enfermedades”, y cuyo proceso de simplificación eliminará muchos cargos, sobre todo de “jefes”, que se creían imprescindibles. Algunos contraatacan con soterradas maniobras de deslegitimación a través de sus peones, creando la imagen de un papa sospechoso ante la doctrina.
Lo mismo, llevan a cabo algunos obispos, “príncipes”, claramente molestos con las críticas y acciones que esta llevando a cabo en su papado. Pero, sobre todas las cosas, molestos con el ejemplo dado por Francisco.
Para nosotros, huelgan los motivos. Jorge Mario Bergoglio, mejor conocido como Francisco, el papa, se ha ganado tal distinción a fuerza de dignidad y, de algo que quizá sea aún más importante, humanidad.