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La ingesta moderada de vino tinto puede ser saludable para nuestros corazones
La ingesta moderada de vino tinto puede ser saludable para nuestros corazones

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La primera investigación importante acerca de si las bebidas alcohólicas podían ser beneficiosas para la salud fue realizada por investigadores de Dinamarca, examinando los hábitos de 13.000 varones y 11.500 mujeres, entre 1964 y 1995.

Los resultados mostraron que el consumo moderado de cerveza y de licores apenas tuvo efecto sobre la mortalidad, cualquiera que fuera la causa, mientras que los que bebían vino en forma moderada mostraron un riesgo bastante inferior de morir a causa de cáncer o de enfermedad coronaria.

Pero, fueron los científicos británicos de la Queen Mary University, de Londres, quienes descubrieron las causas de los beneficios del vino.

En la piel de las uvas, con las que se produce el vino tinto, se encuentran unas sustancias llamadas polifenoles y flavonoides, que son reconocidos antioxidantes y disminuyen de forma realmente efectiva la producción de endotelina 1, una proteína que causa vasoconstricción y disminuye el flujo de oxígeno al corazón, elevando la presión arterial.

Se cree que la misma, desarrolla un papel clave en el desarrollo de las cardiopatías. Además, también se pudo comprobar que los polifenoles elevan los niveles de HDL, mejor conocido como el colesterol bueno, bajando el nivel de los triglicéridos.

De esta forma, podemos entender lo saludable que puede ser la ingesta del vino tinto y no la del blanco, ya que el vino tinto se produce con la piel de la uva y el blanco, prescinde de ella.

Los vinos más ricos en polifenoles son los Tannat, Cabernet Sauvignon y Malbec. Este tema dividió las aguas, ya que hay quienes defienden estos estudios y otros que los atacan muy duramente.

Uno de los primeros en defenderlo, fue el eminente cardiólogo español, Valentín Fuster, que dirige el Instituto Cardiovascular del Hospital Mount Sinaí de Nueva York, que afirmó hace unos pocos años en Barcelona que el consumo moderado de vino puede reducir hasta un 11 por ciento el riesgo de enfermedades coronarias.

Fuster comparó el efecto cardioprotector del vino con el de la aspirina. “Se estima que la aspirina reduce hasta un 30 por ciento la enfermedad cardiovascular, aunque la diferencia con el vino es que no hay tantos estudios prospectivos”.

Los franceses de mediana edad que han sufrido un infarto y beben dos vasos de vino por día regularmente, tienen un 50 por ciento menos de posibilidades de quienes no beben de sufrir un segundo ataque. En Europa, y especialmente en Francia, se ha visto que el consumo de grasas saturadas, las proveniente de animales, es tres veces más que en los americanos, sin embargo, tienen tres veces menos enfermedades del corazón, y se supone que se debe a que el hábito de tomar vino con las comidas, en especial el tinto, ayuda a protegerlo.

Hay otros científicos que sostienen que nadie puede asegurar que la gente tome sólo dos copas diarias de vino tinto, cantidad máxima recomendada por día, y recuerdan que el alcoholismo es una de las causas de hipertensión arterial resistente al tratamiento y la causa más frecuente de hipertensión arterial secundaria en los hombres.

Recuerdan que el alcohol está asociado a enfermedades crónicas graves del aparato digestivo. Otro grupo de científicos daneses señala que las personas que consumen vino tendrían un estilo de vida diferente a los que consumen cerveza o bebidas blancas, siendo más equilibrados en términos de salud y que esa tal vez sería la principal causa de los beneficios y no por el vino en sí mismo.

La American Heart Association, por ejemplo, considera necesario que las recomendaciones a la población destaquen los beneficios del ejercicio físico y del consumo de frutas y verduras, pero no tanto del vino.

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