RedacciOn | Octubre 18, 2013
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Por momentos, el terreno debajo del Parque Nacional de Yellowstone se está elevando a un ritmo jamás visto. De hecho, lo hace alrededor de unos tres centímetros cada año. La razón, por la cual esto es un gran motivo de preocupación, se debe a que justo debajo de su territorio se encuentra ubicado el supervolcán más grande de América del Norte.
Los científicos indican claramente que es inevitable que uno de estos colosales volcanes vuelva a estallar en el futuro. Puede ser mañana, en cinco meses o en cien años; pero cuando lo haga, la ruina va a ser imposible de creer.
Una erupción a gran escala del supervolcán de Yellowstone, arrojaría una densa capa de ceniza volcánica de algo más de 3 metros de grosor, abarcando un radio de hasta 1.000 kilómetros de distancia, haciendo de la mayor parte de los Estados Unidos un territorio literalmente inhabitable.
Si el oso Yogui y su inseparable amigo Bubú existieran en la realidad, seguro que adorarían los bellos paisajes de este parque. Allí, además de comer la comida de los turistas, podrían disfrutar de sus inmensos bosques y, sobre todo, de los cientos de calderas de agua caliente formadas por los innumerables géiseres que en él existen.
Pero, seguro que si supieran cuál es la razón de que se puedan bañar en estas saunas naturales, cogerían el primer avión y se marcharían lo más lejos posible. Y es que, el motivo de que aproximadamente la mitad de los géiseres de todo el mundo se encuentren allí, es el supervolcán que hay bajo su superficie.
Aunque dicho término está bastante extendido, no existe una definición concreta para este tipo de volcanes. Si bien es cierto que se considera supervolcán a todo aquel volcán cuya erupción pueda ser extremadamente violenta y extensa y, que por ende, pueda afectar de manera importante una gran zona de la Tierra o, incluso, al mundo entero. A día de hoy, no se tiene constancia de cómo se puede producir una explosión de magnitudes tan colosales. De lo que si se tiene certeza, es que este tipo de erupciones ya han tenido lugar a lo largo de la historia de nuestro amado planeta.
La Caldera de Yellowstone, es una de las creaciones más impresionantes de la naturaleza y se sitúa justo encima del campo volcánico más grande de América del Norte. Es tan grande, que es difícil describirla con palabras. Según el Daily Mail, el depósito de magma debajo de Yellowstone se sitúa a unos 400 kilómetros por debajo de la superficie de la Tierra, elevándose unos 30 kilómetros bajo tierra antes de extenderse a lo largo de una superficie de más de 300 kilómetros de diámetro.
Cuando la mayoría de los estadounidenses recuerdan las erupciones volcánicas que han padecido, suelen acordarse de la catastrófica erupción del Monte St. Helens, en 1980. Pero, esa erupción, se quedaría en nada comparándola a lo que puede llegar a ser una erupción del supervolcán de Yellowstone.
Y, en estos momentos, el área alrededor del Parque Nacional de Yellowstone presenta una creciente y preocupante actividad sísmica. De hecho, Bob Smith, profesor de geofísica de la Universidad de Utah, dice que nunca ha visto nada igual en los 53 años que lleva observando la actividad sísmica alrededor de la Caldera de Yellowstone.
Cabe destacar que gran parte de la sismicidad en Yellowstone ocurre como enjambres. El profesor Smith, ha sido testigo de tres enjambres a la vez. “Un total de 130 sismos de magnitudes entre los 0,6 y los 3,6 grados, se han producido en el área en tan solo una semana. La mayoría, en la cuenca baja del géiser”, dijo en un comunicado de su Universidad.
Pero, ¿cuál podría ser el peor de los escenarios? Bueno, de acuerdo con el Daily Mail, una erupción a gran escala del supervolcán de Yellowstone podría dejar dos terceras partes de los Estados Unidos completamente inhabitable. La explosión tendría una fuerza mil veces más poderosa que la erupción del Monte St. Helens.
Y, además de la lava y la nube de cenizas expulsadas, una onda de aire toxico barrería todo el territorio, matando todo a su paso. Millones y millones de personas se verían forzados a abandonar sus hogares y huir.
¿Se le ocurre otro desastre natural que pueda causar todo esto? Por todo ello, lo que está pasando en el parque de Yellowstone en estos momentos es tan importante, y el pueblo estadounidense merece conocer toda la verdad.
Los siguientes son solo algunos datos sobre el supervolcán de Yellowstone que pueden indicarnos la peligrosidad del mismo:
La próxima erupción de Yellowstone parece estar cada vez más cerca. Desde 2004, algunas zonas del Parque Nacional de Yellowstone se han elevado hasta en 10 centímetros.
Hay aproximadamente 3.000 terremotos en la zona de Yellowstone cada año.
Una erupción a gran escala del Yellowstone podría ser hasta 1000 veces más poderosa que la erupción del Monte St. Helens, en 1980.
La erupción podría arrojar ceniza volcánica a más de 50 kilómetros de altura y volcar una capa de la misma, de entre 3 y 10 metros de grosor, hasta 1.000 kilómetros de distancia.
En el caso de una erupción a gran escala del Yellowstone, prácticamente todo el noroeste de los Estados Unidos quedaría completamente destruido.
Una erupción masiva del supervolcán de Yellowstone implicaría que casi todo en 200 kilómetros a la redonda del área moriría en el acto.
Norteamérica nunca volvería a ser la misma tras una erupción a gran escala del supervolcán de Yellowstone. La producción de alimentos en los Estados Unidos quedaría casi totalmente aniquilada.
El “invierno volcánico” que causaría la erupción, podría enfriar radicalmente el planeta. Algunos científicos creen que las temperaturas globales se reducirían hasta en unos 20 grados.
Los científicos nos dicen que no es una cuestión de “si” Yellowstone entrará en erupción, sino de “cuándo” tendrá lugar la misma.
Lo que hace que todo esto sea aún más alarmante, es el gran número de volcanes en todo el mundo que están empezando a rugir de nuevo en estos momentos. Por ejemplo, en un artículo de “The Inquisitr” del pasado mes de julio se describe cómo “el volcán más peligroso de México” está empezando a tornarse bastante activo.
El Popocatépetl en México, vuelve por sus fueros. El volcán, cercano al Distrito Federal, entró en erupción de nuevo recientemente, arrojando una gran cantidad de cenizas al cielo. El volcán, se halla actualmente en medio de una fase extremadamente activa. De acuerdo con la International Business Times, en una ocasión el mismo habría registrado 39 exhalaciones en menos 24 horas y durante una erupción, a principios del mes de agosto, varios vuelos dentro y fuera de la Ciudad de México tuvieron que ser cancelados.
La BBC señaló que las autoridades mexicanas se vieron obligadas a elevar el nivel de alerta al amarillo, después de la reciente erupción del Popocatépetl. El amarillo es el tercer nivel de precaución más alto en la escala de siete niveles que se aplica en esa ciudad.
Y en un artículo de Noticias NBC, de Japón, se indicó que desde los primeros días del mes de agosto, uno de los volcanes más peligrosos de esa nación ha entrado en erupción en más de 500 ocasiones.
La ceniza flotaba a más de 5 kilómetros por encima del volcán Sakurajima en la sureña ciudad de Kagoshima, la formación de su más alta pluma desde que la Agencia Meteorológica del Japón comenzó a llevar registros, en 2006. La lava, fluyó poco más de un kilómetro fuera de la fisura y varias rocas volcánicas enormes rodaron por la ladera.
Aunque la erupción fue más masiva de lo habitual los residentes de la ciudad, de alrededor de 600.000 habitantes, están tan acostumbrados a escuchar los rugidos de su vecino de 3.664 metros de altura, que prácticamente pasaron inadvertidos.
Pero, ¿qué significa todo esto? ¿Estamos entrando en una época en que las erupciones volcánicas se convertirán en algo mucho más común en todo el mundo? ¿Podríamos estar acercándonos rápidamente al día en que una devastadora erupción volcánica destruya gran parte de América del Norte?
Lo más negativo es que de producirse no solo afectaría al subcontinente norteamericano. Algunas teorías científicas señalan que el hombre sufrió un invierno volcánico hace unos 74.000 años, por culpa de un volcán indonesio llamado Toba, que pudo haber reducido considerablemente el número de seres humanos.
Si a día de hoy se produjese una explosión de características similares las consecuencias serían impredecibles, aunque en el supuesto caso que un invierno volcánico volviera a producirse, este afectaría a toda la vegetación del planeta y, por consiguiente, a todos los animales, tanto herbívoros como carnívoros, además de al propio hombre.