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NOTICIAS | ARQUEOLOGIA
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Hace miles de años, existía una tierra, que fue el hogar de miles de colonos en la Edad de Piedra y un importante “puente”, entre el norte de Europa y las islas británicas.

Los humanos se habían establecido en aquel territorio hacia el año 10.000 AC. Era un lugar bastante verde, repleto de grandes robles, en el que sus primeros pobladores vivían dedicados a la caza y la recolección y, los últimos, estaban desarrollando ya la agricultura.

Ese lugar, hoy conocido con el nombre de Doggerland, era una extensa masa de territorio que comunicaba la actual costa éste británica con la costa de los Países Bajos, Dinamarca y Alemania. Hasta que se hundió hace unos 7.500 años, en la última Edad de Hielo.

Durante cientos de años, los curtidos pescadores que bregan en las costas de Dogger Bank, han extraído con sus redes cosas muy extrañas de las heladas aguas que separan a Gran Bretaña del continente europeo: Colmillos de mamut, restos de rinocerontes lanudos, grandes cornamentas e, incluso, herramientas prehistóricas, sumergidas tras el último periodo glacial.

Pero, no fue sino hasta septiembre de 1931, tras el hallazgo de un arpón de púas, de más de 13.000 años, cuando los expertos finalmente entendieron el enorme potencial arqueológico que se ocultaba bajo aquellas aguas.

Tras la última glaciación, Doggerland se fue sumergiendo de forma gradual, hasta convertirse en una isla. Pero, no sería el aumento del nivel del mar lo que la haría desaparecer. Alrededor del año 6200 AC, el mar acabaría por devorarla de forma definitiva.

Los especialistas creen que se produjo tras el “deslizamiento de Storegga”, el mayor alud submarino jamás conocido. Un enorme hundimiento de tierra, en la costa noruega, que causó un colosal tsunami, con olas de hasta 80 metros, que arrasó el Atlántico Norte.

8000 años después, los arqueólogos de la Universidad de Bradford están sumidos en la tarea de hacer el mapa más completo que se halla hecho nunca de la zona. Para ello, utilizan los datos sísmicos recavados por las compañías petroleras que, en la búsqueda de gas y petróleo, modelaron la zona en gráficos 3D.

Las petroleras, sólo se interesaron por las capas más profundas de aquellos territorios bajo el agua. Los arqueólogos, en cambio, han puesto su atención en una capa más externa, entre 30 y 50 metros por debajo del fondo marino, en los que se encuentran los sedimentos de la antigua Doggerland.

Un equipo de climatólogos, arqueólogos y geofísicos de las universidades de Bradford y Nottingham, en el que también participan expertos de las universidades de Warwick, Birmingham, St. Andrews y la University of Wales Trinity St David, se enfrentan así a un proyecto de varios millones de libras esterlinas, financiado por el Consejo Europeo de Investigación, y que ayudará a producir un detallado mapa de la zona.

Hasta ahora, los investigadores han conseguido cartografiar unos 44.000 kilómetros cuadrados de terreno, “un país más grande que Holanda”. Hallaron colinas, costas, lagos y ríos. Ahora toca situar sobre el mapa la fauna, la flora y los asentamientos humanos que existían en la zona hasta el momento de su hundimiento.

Mediante el uso de barcos de investigación especializados podrán recuperar muestras de núcleos de sedimentos de zonas seleccionadas del paisaje, para extraer millones de fragmentos de ADN de plantas y animales que vivieron una vez en ese mundo perdido, así como evidencias de la fabricación de antiguas herramientas de pedernal.

Robin Allaby, de la Universidad de Warwick, dijo que se espera que el ambiente constante del fondo marino haya preservado ese ADN antiguo. Un elemento que les servirá para reconstruir paleoambientes muy antiguos y hacerse una idea de cómo evolucionaron la sociedad y el medio ambiente durante ese período de catastróficos cambios climáticos en nuestro planeta.

“Los datos recogidos serán revolucionarios, ya que podrían proporcionar nuevos y grandes conocimientos sobre la vida de la gente de esos tiempos”, afirmaba el Dr. Simon Fitch, otro de los investigadores

Estudiar el ADN será como convertir el mar del Norte en una gran máquina del tiempo. Durante sus últimos 5.000 años de historia, Doggerland vio a como sus habitantes cambiaban la caza por la agricultura, y como el cambio climático también iba provocando cambios en su fauna y flora. Ahora, ese ADN, les permitirá contemplar cómo sucedió todo aquello.

“Las únicas tierras pobladas de la tierra que aún no han sido exploradas a fondo, son aquellas que se han perdido bajo el mar”, explicaba el profesor Vince Gaffney, de la Universidad de Bradford.

“A pesar de que los arqueólogos conocemos hace ya bastante tiempo que Doggerland puede contener información, única e importante, sobre la vida temprana de los humanos en Europa, hasta ahora, hemos carecido de las herramientas necesarias para investigar adecuadamente el área”, aseguró.

“Este proyecto es sumamente interesante, no sólo por que se revelará más información sobre este territorio, sino porque, además, nos dará una nueva forma de acercarnos a las áreas masivas de tierra, que una vez estuvieron pobladas por seres humanos, pero que ahora se encuentran bajo las aguas”, agregó.

“Para el mismo, se van a desarrollar tecnologías y metodologías que los arqueólogos de todo el mundo podrán usar para explorar paisajes similares, incluyendo todas aquellas que quedan por explorar en el continente americano y el sudeste de Asia”, concluyó.

Por su parte, el Dr. Richard Bates, geoarqueólogo de la University of Wales Trinity St David, comentaba: “Por primera vez, en el Mar del Norte, seremos capaces de llevar a cabo una investigación dirigida e intencional sobre una serie de sitios previamente seleccionados de su fondo marino”.

“En el pasado, los arqueólogos han tenido que conformarse con muestras aleatorias. Esta vez, tenemos la oportunidad de escoger nuestros sitios de muestreo y esto nos debe permitir una visión sin precedentes de cómo cambió ese paisaje tras aquel calamitoso evento”, añadió para terminar asegurando que “este proyecto proporcionará un enfoque completamente nuevo a las investigaciones arqueológicas, tanto en el mar como en la tierra”.

Simon Fitch, un investigador independiente, añadía: “Este proyecto ofrece la posibilidad de explorar una extensa área sumergida de Europa, antiguo corazón del período Mesolítico, que seguramente revolucionará nuestra comprensión arqueológica de dicho período”.

En enero de 2015, el buceador aficionado Dawn Watson descubría en la costa de Norfolk, una región que habría sido parte de la antigua Doggerland, un bosque prehistórico que tendría una edad aproximada de 10.000 años. Se cree que los robles formaban un enorme bosque, que se extendía por cientos de millas.

Su socio, Rob Spray, declaraba al Daily Oriental Press: “Hubo un tiempo en que habría sido un bosque en toda regla, al estilo de los de Tolkien, extendiéndose por cientos de millas. Habría crecido y crecido, haciéndose impenetrable”.

“Seguramente luciría como una escena de The Hobbit o El Señor de los Anillos, que es algo que no conseguiremos volver a tener en este país nunca más. Sé que los geólogos están muy emocionados con ello. Fue un descubrimiento prodigioso”, exclamó con jubilo.

Poco antes, los científicos del Imperial College de Londres habían logrado reconstruir el antiguo deslizamiento de tierra submarino de Storegga, descubriendo que el enorme tsunami que había provocado, inundó Doggerland con enormes olas, similares a las observadas en el tsunami tras el terremoto de Japón, en el año 2011.

En su estudio, publicado por la revista “Ocean Modelling”, los autores aseguraron que el tsunami habría acabado con todos los habitantes de la zona, ya que estos estaban asentados a tan sólo cinco metros sobre el nivel del mar.

Uno de sus autores, Jon Hill, dijo: “Doggerland habría resultado completamente inundado por una ola gigantesca, que habría devastado todo... Nada, ni nadie que hubiera estado allí, ¡habría sobrevivido para contarlo!”

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