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Se exhibe en la exposición “Códices de México. Memorias y saberes” del Museo Nacional de Antropología de México
Se exhibe en la exposición “Códices de México. Memorias y saberes” del Museo Nacional de Antropología de México

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A bombo y platillo, fue festejado por el Instituto Nacional de Antropología (INAH) de México, el regreso a ese país del Códice Chimalpahin.

En la ceremonia del 50 aniversario del Museo Nacional de Antropología, María Teresa Franco, directora de la institución, recibió simbólicamente de manos del secretario de Educación Pública, Emilio Chuayffet, la custodia de los manuscritos del siglo XVII, que fueron escritos por dos historiadores de ascendencia indígena: Fernando de Alva Ixtlixochitl y, quien da nombre al códice, Domingo Chimalpahin.

Para buena parte del personal que trabaja en la institución, el anuncio de esa repatriación fue una sorpresa. Y es que, si de recuperación de bienes culturales se trata, México cuenta con más historias de fracasos que de éxitos. Nunca había logrado impedir que piezas del patrimonio nacional se subastaran.

Hasta ese día, muy pocos sabían de la transacción de 14 millones 553 mil pesos, 650 mil libras esterlinas, que sus autoridades habían concretado con Christie's a fin de recuperar los manuscritos que la Sociedad Bíblica Británica y Extranjera (SBBE), de la ciudad de Londres, poseía desde el siglo XIX.

La compra se ejecutó en privado, el 20 de mayo, apenas un día antes de la fecha en que la casa de subastas iba a realizar la puja de la colección de documentos, manuscritos y libros que la SBBE decidió vender con el fin de recaudar fondos para un nuevo centro de visitantes en Bala, al norte de Gales, el lugar de nacimiento de dicha organización.

El acuerdo, fue precedido por varios días de negociación. Todo comenzó a principio del pasado mes de mayo, cuando Christie´s dio a conocer el catálogo de la subasta que, además, incluía partituras originales de Bach, Beethoven y Chopin.

Pocos días después la casa fue contactada por el INAH para negociar “una oferta privada”. Ante esto, explicó vía correo electrónico Margaret Ford, directora Internacional de Libros de Christie's, la subastadora notificó la oferta a su cliente, la SBBE, que accedió a negociar sin mayores problemas.

César Moheno, secretario técnico del INAH, fue el personaje principal detrás de los trámites para repatriar la pieza. El también historiador ha asegurado que uno de los elementos claves en esta negociación fue que la Sociedad Bíblica actuó de “buena fe” y aceptó que el mejor lugar para conservar el documento fuera México, lugar de donde salió hace 187 años, en 1827, cuando José María Luis Mora se lo entregó a James Thomsen, agente de la SBBE en Nuevo México, a cambio de biblias protestantes con las que pretendía realizar una campaña de alfabetización.

Vía correo desde Londres, la Sociedad Bíblica aseguró que siempre estuvieron abiertos a que el documento fuera repatriado o adquirido por alguna colección pública. Incluso, agregó, cuando se decidió subastar la colección, se intentó convencer a la Biblioteca de la Universidad de Cambridge, donde el códice se encontraba en depósito, para que lo adquiriera pero se negó por falta de recursos.

“Todas las partes coincidieron en que facilitar el regreso de este objeto histórico a México sería un resultado muy positivo”, dijo Ford, quien, junto con Martin Wilson, presidente del Comité de Bienes Culturales de Christie's, y Gabriela Lobo, directora general de Christie's en México, coordinaron las negociaciones entre el INAH y la Sociedad Bíblica de Londres.

“Cada objeto que vendemos es diferente y las circunstancias también. En este caso, hubo razones financieras y culturales muy válidas para llevar a cabo esta venta privada. Los manuscritos habían sido durante mucho tiempo parte de los archivos de la Sociedad Bíblica Británica y Extranjera, que apoyaron en todo momento el regreso de este objeto a México”, dijo Ford.

Una vez concluidas las negociaciones entre el INAH y la SBBE, el códice fue retirado del catálogo donde se ofertaba con un precio de salida de entre 300 mil a 500 mil libras esterlinas. Según Moheno, los expertos estimaban que si la obra hubiera salido a subasta habría triplicado su precio de salida.

Antes de hacer la negociación, el INAH se asesoró con especialistas como Alfredo López Austin, Miguel León Portilla, Baltasar Brito y Eduardo Matos Moctezuma, afirmó Moheno; agregó que una vez concluida la negociación, se solicitó a la Unidad de Licencias de Exportación del Consejo de Artes de Inglaterra su exportación definitiva.

187 años después de haber salido de México, el manuscrito regresó el 18 de agosto. El códice, que incluye dos volúmenes de las obras completas de Fernando de Alva Ixtlilxóchitl y otro que contiene 40 textos diferentes, algunos de Domingo Chimalpahin, llegó al Museo Nacional de Antropología, embalado en una caja especial. Allí, ahora se exhibe como una joya documental recuperada, en la exposición “Códices de México. Memorias y saberes”. Una muestra que saca por primera vez de las bóvedas de seguridad la valiosa colección de códices que resguarda la Biblioteca Nacional de Antropología e Historia.

“Que el conjunto de manuscritos sea el protagonista de la inusitada muestra, ha sido una feliz coincidencia”, comentó Baltasar Brito, director de la Biblioteca; explicó que la noticia sobre la subasta de los textos se dio cuando ya se preparaba la curaduría de la muestra. “Llegó embalado profesionalmente, en una caja de madera, muy bien resguardado. Lo trajo una compañía especializada. Lo recibimos y lo metimos a la bóveda, donde poco a poco fue tomando sus condiciones normales”, relató.

A su llegada, los especialistas elaboraron un dictamen general que estableció que los tres libros estaban en buen estado. “Después de eso se empezó un proceso de estabilización, se le hicieron guardas de primer nivel, con hojas de papel Fabriano, libre de ácido; también se le hicieron otras guardas, que son las cajas donde permanecerán en las bóvedas de seguridad”, detalló el historiador y adelantó que los textos serán digitalizados para ponerlos a la disposición de los investigadores.

Uno de los pocos especialistas mexicanos que trabajó con una parte de esos manuscritos es Rafael Tena, uno de los investigadores de Etnohistoria del INAH, que público en 2012 el libro “Tres crónicas mexicanas”, que recoge una serie de textos recopilados por Domingo Chimalpáhin, una investigación que incluye el estudio paleográfico y la traducción al español de textos contenidos en el tercer libro.

Tena, celebró el regreso de esta obra, porque permitirá que investigadores mexicanos puedan acceder a estos textos que aún guardan información inédita sobre la vida cotidiana, la sociedad y la política mexica, así como de la Nueva España del siglo XVI. Y es que, según el investigador, el hecho de que estos textos estuvieran en una biblioteca bíblica hizo que por décadas pasaran desapercibidos para los historiadores. “A nadie se le habría ocurrido ir a buscar textos de la historia de México en una biblioteca bíblica”, señaló.

En 1982 la Sociedad Bíblica de Londres depositó estos manuscritos en la Biblioteca de la Universidad de Cambridge, como parte de una colección de 500 libros antiguos y raros que había recopilado. Fue entonces, cuando los investigadores estadounidenses Susan Schroeder y Arthur J. O. Anderson los localizaron y bautizaron los tres volúmenes como Códice Chimalpahin, una definición que se presta a ambigüedades porque, como explicó Tena, se trata de una recopilación de textos de varios autores, no sólo de Chimalpahin.

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