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El libro da a conocer a los multimillonarios que hoy lideran los centros para hallar la receta contra el envejecimiento
El libro da a conocer a los multimillonarios que hoy lideran los centros para hallar la receta contra el envejecimiento

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La búsqueda de la vida eterna es tan vieja como la humanidad. Desde los egipcios, quienes momificaban a sus faraones a fin de prepararlos para el largo viaje hacia una nueva vida, la humanidad ha recurrido a todo tipo de fórmulas para no morir.

Cinco emperadores fallecieron en la antigua China, por tomar pociones “rejuvenecedoras” basadas en el mercurio; en el siglo XV el papa Inocencio VIII bebió la sangre de tres niños para vivir eternamente, y hace 100 años los franceses creían que inyectarse los testículos de un perro era el primer paso para lograr la eterna juventud.

A pesar que ninguno de estos experimentos surtió efecto, el deseo de burlar la muerte sigue intacto. De hecho, cada día crece el número de seguidores gracias a los avances tecnológicos y la cantidad de dinero disponible destinado a financiar la investigación.

En “El libro de la inmortalidad”, el periodista Adam Leith Gollner cuenta la historia de esta búsqueda y a un tiempo, da a conocer el nombre de los multimillonarios que hoy lideran los centros para encontrar la receta contra el envejecimiento.

Debido a las inmensas inversiones de este puñado de hombres, el inaudito sueño de alcanzar la vida eterna suena como una posibilidad cada vez más real.

El centro de esta revolución ha sido Silicon Valley, el archiconocido hogar de las empresas de tecnología más grandes del mundo como Apple, Google y Facebook. El éxito de estas compañías y el boom de internet han llevado a que los líderes del sector sean cada vez más ambiciosos.

“Lo primero que hay que entender es que ya se probó que hay vida eterna. Hay ciertas variedades de aguamalas que viven en un proceso de constantemente rejuvenecimiento y existe también un organismo unicelular que es inmortal. Todavía no sabemos cuándo podremos usar esta información para la humanidad, pero lo clave, es entender que la idea ya no es ridícula”, cuenta Mark Stevenson, autor de “Un viaje optimista por el futuro”.

Uno de los principales promotores del tema es Larry Ellison, el fundador de Oracle. El quinto hombre más rico del mundo lleva años obsesionado con alargar la vida humana y por eso creó en 1997, junto al nobel de medicina Joshua Lederberg, la fundación Ellison Medical. Esta organización otorga 40 millones de dólares en becas cada año a los científicos que trabajan para entender cómo se puede prolongar la vida.

Ese es el mismo propósito del inversor de riesgo californiano Paul Glenn, quien anualmente dona millones de dólares a las universidades más prestigiosas de Estados Unidos. Además, el empresario tiene una fundación que investiga los mecanismos del envejecimiento biológico y aporta mucho dinero a otra, la Methuselah, o Matusalén, según la cual ya nació el primer hombre que vivirá durante 1.000 años.

En la carrera por conquistar la inmortalidad también se encuentra el excéntrico cofundador de PayPal, Peter Thiel. El magnate ha invertido gran parte de su fortuna en Sens, una empresa que busca rejuvenecer los tejidos de la piel y reparar las células. Thiel además quiere crear ciudades en mar abierto y carros que vuelen, a pesar de que en más de una ocasión ha perdido dinero por apostar a ese tipo de proyectos.

Otros magnates, sin embargo, son aún más ambiciosos. Hace dos años, el multimillonario Dmitry Itskov creó la compañía Iniciativa 2045. El sueño del joven ruso de 32 años parece sacado de una película de ciencia ficción, quiere que para 2045 los humanos puedan trasmitir su mente a una plataforma virtual como internet y que a su vez puedan descargar su conciencia a un cuerpo robótico.

Su excéntrica fantasía ha sido respaldada por el Dalái Lama y, quizá más importante, por Ray Kurzweil, el principal experto en inteligencia artificial y el hombre que predijo la aparición de internet en los años ochenta.

Hace poco, Kurzweil, a quien la revista Forbes describe como “la máquina suprema del pensamiento”, se convirtió en el director de ingeniería de Google. Sus nuevos jefes, Sergei Brin y Larry Page, también se han suscrito a la tesis de la inmortalidad y hace poco crearon Calico, una empresa que pretende “solucionar” el problema de la vejez.

La posibilidad de una vida eterna todavía suena como una quimera, aunque el progreso exponencial de la ciencia hace pensar que un futuro distópico de hombres de 400 años ya no es imposible. Aunque, lo más seguro, es que a pesar que los nuevos profetas tengan que aceptar que van a morir, como los emperadores chinos y los faraones egipcios, cada vez habrá más visionarios tras el sueño de la inmortalidad.

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