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Usando muestras de permafrost, “pescaron” el virus, usando amebas como cebo que murieron por causa del mismo

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El virus, que ha sido descongelado recientemente, fue bautizado como Pithovirus sibericum, y es el de mayor tamaño jamás encontrado. Tiene 1,5 micrómetros de largo; lo cual puede compararse, en cuanto a tamaño, con el de una pequeña bacteria.

Los autores de este hallazgo, Jean Michel Claverie y Chantal Abergel, ya habían ayudado a descubrir otros de los llamados virus gigantes.

Los expertos explican que no afecta a los humanos, sino a las amebas, pero sugieren que, a medida que el hielo se vaya derritiendo, se podría desencadenar el retorno de otros virus antiguos, con el potencial riesgo para la salud humana.

Otro virus gigante, el Marseillevirus, habría infectado a un niño de tan sólo 11 meses de edad. Cuando Claverie y Abergel se enteraron que científicos rusos habían resucitado una antigua planta de frutas enterradas en el permafrost siberiano, durante 30.000 años, pensaron que también “sería posible revivir un virus”.

Usando unas muestras de permafrost cedidas por el equipo ruso, lograron “pescar” el virus, utilizando amebas como cebo. Éstas empezaron a morir y el equipo encontró partículas del mismo en su interior.

Según han destacado, el “Pithovirus sibericum, bajo un microscopio, luce como un óvalo de pared gruesa, con una abertura en un extremo, al igual que los Pandoraviruses. Pero a pesar de sus formas tan semejantes, “son totalmente diferentes”, según explica el científico, Chantal Abergel.

El nuevo virus tiene un “corcho” con una estructura, similar a un nido de abeja, tapando su apertura. Se copia a sí mismo, mediante la construcción de “fábricas” de réplicas en el interior del citoplasma de su huésped y se hace cargo del núcleo, como hacen la mayoría de los virus.

Sólo una tercera parte de sus proteínas no guarda ninguna similitud con otros virus y, para sorpresa del equipo, su genoma es mucho más pequeño que los de los Pandoraviruses, a pesar de tener un tamaño mayor.

 

INFECCIONES

Aunque los virus gigantes casi siempre se dirigen a las amebas, una bióloga francesa, Christelle Desnues, descubrió el año pasado 5 señales de que otro virus gigante, el Marseillevirus, había infectado a un niño de 11 meses de edad. Había sido hospitalizado con ganglios linfáticos inflamados, y el equipo de Desnues descubrió rastros del ADN del virus en su sangre y el propio virus en el nodo.

“Está claro que los virus gigantes no pueden ser vistos como monstruos independientes de la naturaleza”, ha apuntado la investigadora a la revista “Nature”. “Ellos constituyen una parte integral de la biosfera con repercusiones en la diversidad, evolución e incluso la salud humana”, ha añadido.

Por su parte, Claverie y Abergel, se han mostrado preocupados de que el aumento de las temperaturas globales, junto con las operaciones de minería y perforación en el Ártico, puedan descongelar muchos virus más antiguos que aún son infecciosos y que podrían suponer una amenaza para la salud de los humanos.

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