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Gene Simmons y Paul Stanley, han resistido hasta hoy, pese a los cambios en la formación y el paso del tiempo
Gene Simmons y Paul Stanley, han resistido hasta hoy, pese a los cambios en la formación y el paso del tiempo

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Corría el año de 1973. Era el 31 de diciembre, en los preámbulos de un concierto de los Blue Öyster Cult, en Brooklyn, por aquellos entonces, el grupo más salvaje que funcionaba en la Gran Manzana. Cuatro muchachos vestidos de negro con toneladas de maquillaje blanco y negro en la cara y dispuestos a comerse a la ciudad a dentelladas, daban los que serían sus primeros pasos profesionales, ejerciendo de teloneros. Se hacían llamar Kiss y, ya entonces, alucinaron a los asistentes.

A mitad del espectáculo, el bajista y, a la sazón, líder de la banda, Gene Simmons, se disponía a hacer su célebre número de tragafuegos, con un resultado fatal: sufre quemaduras de segundo grado y la mitad de su pelo queda chamuscado.

Es tan sólo una de las numerosísimas anécdotas, algunas divertidas, otras dramáticas, que colman la carrera de estos dioses del heavy metal, todo un fenómeno social en los años 70 y principios de los 80.

Tras vender millones de discos y haber tocado en miles de conciertos, Simmons y Paul Stanley, han resistido hasta nuestra época, pese a los cambios de formación y el paso del tiempo, con la firme disposición de sacar hasta el último centavo de los bolsillos a los entusiastas del Kiss Army, su fiel legión de seguidores.

A estas alturas de la historia, la banda sigue embarcándose en lucrativas giras de conciertos y publicando un sinfín de recopilatorios, como “Kiss 40, 4 Decades of Decibels”, un doble CD que incluye un tema de cada uno de sus lanzamientos, con temas en estudio, directos y grandes éxitos, además de tres directos de los años 2000 y una demo inédita de 1977, “Reputation”, que no llegó a ver la luz en su época. Una ocasión perfecta para rebuscar entre algunos de los episodios más bizarros o curiosos de su trayectoria hacia la leyenda.

En 1972, antes de la existencia de Kiss, Simmons y Stanley tenían un grupo llamado Wicked Lester. Tras encontrar al batería Peter Criss a través de un anuncio publicado en la revista Rolling Stone, consiguieron una audición con Don Ellis, cabecilla de Epic Records. A Ellis no le gustó lo que vio y oyó. Ni la música, ni las pintas, ni la vomitona que le echó encima el hermano de Criss, que se presentó a la audición con veinte cubatas de más entre pecho y espalda.

Lo de la hemoglobina a borbotones, siempre les hizo gracia. De hecho, Simmons sigue haciendo el numerito de escupir sangre falsa en sus conciertos. Pero lo más insólito tiene que ver con el primer cómic que Marvel publicó en 1977 con ellos como protagonistas. Cuatro superhéroes rockeros dispuestos a patearle el culo a cualquier supervillano que se les pusiera por delante.

Una enfermera, extrajo la sangre de los cuatro integrantes originales de la banda, Simmons, Stanley, Ace Frehley y Peter Criss, ante un notario, para mezclarla con la tinta roja utilizada en la impresión de dicho cómic. ¿Consecuencia? Cada ejemplar de ese número es codiciado por coleccionistas de todo el mundo, que lo han elevado a un objeto de culto, casi religioso.

Sus integrantes, estaban preparando el artwork de su segundo disco, “Hotter than Hell”, y Ace Frehley quería dar un paso más en su caracterización como Spaceman. Tuvo una idea genial, ¡teñirse el pelo de plata! Pero, lo hizo con un spray de pintura normal. Pocas horas más tarde, descubrió que la pintura no se iba ni con alcohol. Nada extraño viniendo de un tipo que, según cuenta Peter Criss en su autobiografía, “Makeup to Breakup: My Life In and Out of Kiss”, “se presentó así ante el resto de la banda y nos dijo que su nombre era Ace y que venía del Bronx, pero que en realidad era un alienígena de un planeta llamado Jandel”.

Gene Simmons, un tipo capaz de llevarse de calle una competición de bocazas contra el mismísimo Morrisey y de enseñarle a Miley Cyrus lo que de verdad es sacar la lengua, presume de haberse beneficiado a cerca de cinco mil mujeres a lo largo de su vida. Y lo más curioso, dice, que lleva la cuenta porque les saca fotografías y las guarda en un álbum, una especie de agenda de chicas de más de mil páginas. Entre sus conquistas más célebres están Diana Ross, Cher y la actriz Shannon Tweed, su actual mujer y madre de sus dos hijos.

Y por ser víctimas, han sufrido hasta suplantaciones de identidad. A principios de los 90, Peter Criss tuvo que ingresar en una clínica de rehabilitación por su abusivo consumo de drogas y alcohol. La oportunidad ideal para que un avispado mendigo, aprovechando que por esa época el grupo siempre se presentaba maquillado y los rostros de sus integrantes eran bastante anónimos, se hiciera pasar por éste, para venderle una exclusiva a la revista Star. Cuando el batería de Kiss se enteró de la suplantación, se apresuró a salir de la clínica y desenmascarar al indigente en un programa de televisión en directo.

Pero si hay algo en lo que esta agrupación ha destacado, es el merchandising. La capacidad de Kiss para sacar dinero de cualquier producto imaginable es legendaria. Su marca registrada tiene más de 3.000 productos licenciados, entre los que hay objetos tan curiosos como cacao para los labios, condones y hasta una serie limitada de ataúdes. El “Kiss Kasket”, es la joya de la corona. Un féretro en el que fue enterrado, por ejemplo, Dimebag Darrell, difunto guitarrista de Pantera. Simmons ha pensado en todo: “para aquellos que prefieran la cremación, también tenemos urnas de Kiss disponibles”.

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