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Aunque le quisieron imponer la etiqueta de “fría”, sus éxitos de taquilla dieron cuenta de su gran versatilidad
Aunque le quisieron imponer la etiqueta de “fría”, sus éxitos de taquilla dieron cuenta de su gran versatilidad

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Lauren Bacall tenía apenas 19 años y Humphrey Bogart, 25 más, cuando les tocó compartir set, en el rodaje de la primera película de la joven. “¿Tiene fuego?”, fue la famosa frase con la que se iniciaba la película “To Have and Have Not”, de 1944, que lanzó la carrera de la bella damita e incendió el corazón de la estrella de “Casablanca”.

Joven, seductora, de ojos verdes y una voz rasgada a base de whiskey, la Bacall se convirtió en una de las grandes divas del Hollywood clásico. El martes, un derrame cerebral acabó con su vida. Tenía 89 años y falleció “pacíficamente”, en su apartamento de Nueva York, según comunicó la fundación Bogart Estate.

“Ahora, hemos perdido la maravillosa Lauren Bacall”, escribía en Twitter la actriz Mia Farrow. “Descansa en paz, querida Betty”.

Y es que, Lauren, nació en realidad como Betty Joan Perske, hija de un comerciante y una guapa secretaria de origen judío, en la Nueva York de 1924. Allí estudió interpretación hasta que Hollywood, y Humphrey Bogart, descubrieron su austera belleza y se prendaron de ella.

Tras el clásico, de Howard Hawks, basado en la novela homónima de Ernest Hemingway, ambos volvieron a coincidir en otras tres películas: “The Big Sleep” del año 1946, “Dark Passage”, de 1947, y “Key Largo”, de 1948, bajo la batuta de John Huston.

Aunque, inicialmente, los productores de la “meca del cine” le quisieron imponer la etiqueta de la sex symbol “fría”, sus éxitos de taquilla como la comedia “How to Marry a Millionaire”, del año 1953, en la que compartió cartel con Marilyn Monroe; “Harper”, de 1966, al lado de Paul Newman, o “Murder on the Orient Express”, de 1974, con la gran Ingrid Bergman y Sean Connery, dieron buena cuenta de su gran versatilidad.

John Wayne la fichó para una de sus últimas películas, “The Shootist” (1976), y en “Appointment with Death” (1988) volvió a dar vida a un personaje de Agatha Christie, junto a Peter Ustinov como el famoso detective Hercule Poirot. En la pequeña pantalla, se las vio junto a Gregory Peck en “The Portrait” y con Alec Guinness en el telefilme sobre veteranos de la Segunda Guerra Mundial “A Foreign Field”, ambas de 1993.

Su matrimonio con Bogart duró poco. “Bogie y Baby”, como se los conocía por aquel entonces, se casaron en 1945, pero un cáncer de esófago acabó con él en 1957. “La viuda de Hollywood” regresó entonces a Nueva York, donde fue muy aplaudida sobre las tablas de Broadway. Su interpretación en “Applause”, la versión teatral del clásico de Bette Davis “All About Eve”, y la comedia “Woman of the Year” le valieron dos premios Tony en 1970 y 1981.

Sin embargo su primera y única nominación al Oscar tuvo que esperar hasta entrados los 90, con la comedia romántica “The Mirror Has Two Faces” (1996), protagonizada por Barbra Streisand y Jeff Bridges. Sin embargo, la estatuilla fue para Juliette Binoche por “The English Patient”, aunque Bacall había logrado al menos llevarse el Globo de Oro. Unos años antes, el Festival de San Sebastián le entregó el Premio Donostia a toda su trayectoria.

Mientras tanto, Bacall crió a tres hijos: de su matrimonio con Bogart nacieron Stephen, que lleva el nombre del apodo de Humphrey en “To Have and Have Not”, y Leslie. De su segundo matrimonio con el también actor Jason Robards (1961-1969) nació su hijo Sam Robards. Y, aún con el cabello lleno de canas, la legendaria actriz siguió poniéndose ante las cámaras hasta el final: en 2003 se la vio en el thriller “Dogville” y en 2007 “The Walker”, de Paul Schrader.

Bacall, tenía 85 años, cuando en 2010 finalmente recogió su Oscar honorífico, y lo hizo levantando la brillante estatuilla con un sonoro “sí”. Después, dio las gracias a Hawks por darle la oportunidad de trabajar junto a Bogart. “Esa fue mi gran suerte, porque no sólo era un magnífico actor, sino también un hombre extraordinario. Él me dio una vida. Me cambió la vida”.

Con su encantador y ácido humor, Lauren Bacall terminó su discurso declarando que se alegraba de estar viva. “Algo que de seguro ha sorprendido a alguno que otro de los presentes”, bromeó.

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