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No podemos seguir impávidos viendo como Europa se dirige a un escenario de poder plutocrático
No podemos seguir impávidos contemplando como Europa se dirige a un escenario de poder plutocrático

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Que las democracias europeas han llegado al colapso, sea cual sea el color político de sus gobiernos, es algo ya innegable. Y, todo, debido a que las decisiones son tomadas por dirigentes y burócratas de Bruselas, que no han sido electos por sus ciudadanos.

No cabe duda que se está gestando un cambio en Europa. Incluso, que estos cambios se puedan extender más allá de las fronteras del viejo continente. El malestar de las masas crece día a día y, las viejas lides políticas, ya no son capaces de dar respuestas a las demandas de su ciudadanía.

Es, precisamente en este escenario, donde se avista un futuro aciago y, quizá, fatídico, para los habitantes de la vieja Europa.

Y, es que, como predecía el filósofo norteamericano, Noam Chomsky, el proceso real de destrucción de las democracias, en el viejo continente, está llevando a una gran parte de los países que la integran, directamente al camino de las dictaduras.

En particular, citaba el ejemplo de Italia, donde el filósofo mantiene que la democracia desapareció cuando en noviembre del año 2011, arribó al gobierno el ex comisario europeo, Mario Monti, designado “por los burócratas de Bruselas” y no por los electores de esa nación.

Pero, este fenómeno, lleva camino de convertirse en todo un fenómeno universal y gran parte de la sociedad actual va camino de la plutocracia, es decir, un sistema de gobierno donde el poder lo ostentan quienes poseen las fuentes de riqueza.

Es algo que cada vez se hace más evidente. En Europa, podemos decir que ya ni siquiera se oculta. De hecho, a diario dan muestra de su creciente poder y de su indetenible camino hacia la toma del poder total.

A diario, se promulgan leyes e impuestos que van socavando las reivindicaciones sociales alcanzadas en el último siglo, que limitan las coberturas sociales y comercian con la salud, la educación y el trabajo de sus ciudadanos. Y, todo, en beneficio de las clases más pudientes, de esas “castas” que se han apoderado del control gubernamental de los países europeos, en favor de corporaciones e individuos, dueños del capital, pero sin un ápice de sensibilidad social.

“Hasta el diario Wall Street Journal ha descrito que la democracia en los Estados Unidos está al borde del colapso, pues todo gobierno, sea de derecha o de izquierda, sigue la misma política, decidida por grupos de banqueros y burócratas”, afirmó de forma bastante contundente y lapidaria el intelectual norteamericano.

Según Chomsky, tanto en los Estados Unidos como en Europa, la agenda política es dictada por los intereses particulares de los grandes grupos financieros y bancarios, que tienen como objetivo principal la destrucción de los sistemas de previsión social, una de las principales conquistas, en el continente europeo, tras finalizar la etapa de la postguerra.

Dijo que el concepto ha sido muy bien sintetizado por el presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi, que reconoció públicamente en una reciente entrevista, que “el contrato social ha muerto”. “Esto, quiere decir, que la política sólo sirve para hacer mucho más ricos a los banqueros”, precisó.

¿Entonces? No podemos seguir impávidos, viendo como nos recortan en cuestiones tan básicas como la salud y la educación. Como estas elites, a pesar de ser dueños de los medios de producción y del dinero, no promueven políticas de desarrollo y crecimiento que puedan llevar a una situación real de bienestar de la población, en una actitud, por demás suicida, de acumulación de recursos, que puede llevarlos a su propia ruina al acabar con el poder adquisitivo de los que a día de hoy siguen siendo sus clientes, la gente común, como usted y yo.

Claro está, que todo ello no sea parte de un plan mucho más extenso, que pueda llevarnos a otro tipo de escenarios, más dantescos, y que tanto pronostican las distintas teorías de la conspiración que pululan por la red

Chomsky, también advertía, que incluso internet y los nuevos medios, espacios y lenguajes innovadores que para muchos podrían contribuir a romper el círculo vicioso del poder, implican peligros.

“Me parece que a menudo los nuevos medios llevan hacia una visión más estrecha del mundo, porque las personas son atraídas por medios que expresan exactamente su misma concepción de las cosas”, dijo.

“Depende mucho de cómo se usen estos medios. Pueden ser un bien al ampliar nuestros horizontes, pero también un mal”, sintetizaba.

No podemos caer en el juego mediático que trata de desacreditar toda las voces que se están alzando en contra del  poder establecido. Medios, que están en sus manos, y que utilizan a profesionales de medio pelo, que venden su futuro por una dádiva, a cambio de defender sus intereses y aniquilar públicamente a sus posibles adversarios.  

No podemos caer en el conformismo, aceptando las limosnas que se nos ofrecen, como los minijobs alemanes, haciéndonos creer, con todo el poder de su propaganda, que tener esto, al menos, es mejor que no tener nada.

No podemos aceptar el copago en ninguna de sus formas o actividades. Más aún, si el dinero necesario para sostener esos servicios se lo están llevando los políticos corruptos que hasta hoy hemos colocado en el poder.

No podemos seguir aceptando, que nos engañen más con las falsas condenas a esos políticos corruptos, haciéndonos creer que la justicia funciona, cuando no pasa de ser una obra de teatro, en la que el más tonto de los bribones carga con la culpa, a cambio de una vida de dinero y poder tras su pequeña puesta en escena. Basta citar el ejemplo de ex tesorero del Partido Popular español. Un individuo sacrificado por la maquinaria del poder, para enviar una señal de acción ejemplarizante a la sociedad, pero que no deja de ser una acción política para tapar cosas aún más gordas y, quizá, a personajes realmente más importantes.

Y, lo que es más importante aún, no podemos seguir impávidos viendo como Europa se encamina hacia un escenario de poder totalitario, plutocrático; en el que, tanto usted como yo, seremos meros esclavos de los dueños de ese poder.

¿Qué salida queda entonces ante tal panorama? La REACCION.

Si, una reacción decidida y conjunta de todos sus ciudadanos, ante el poder arrollador de las elites económicas y políticas. Que los ciudadanos sean conscientes del lugar que realmente ocupan dentro de la sociedad y decidan dar un paso en consecuencia. Uniéndose, para derribar los poderes facticos que nos gobiernan y, lograr así, un cambio que nos conduzca hacia nuevos derroteros democráticos, más justos con el ciudadano de a pie, verdaderamente representativos de sus intereses y necesidades.

Es allí, precisamente en este campo, que empiezan a surgir movimientos ciudadanos, políticos o no (aunque finalmente realmente todo es política), que abren una ventana al optimismo. Movimientos como el recordado 15M, surgido en Madrid y extrapolado casi inmediatamente al resto de Europa, son una muestra de ello. Incluso, el surgimiento de nuevas fuerzas políticas, cargadas de propuestas y reivindicaciones, de juventud, son una esperanza de cambio hacia un futuro más justo y humano.

Solo así, uniéndonos en pos de un cambio, que se produzca en las urnas. Cambiando decididamente los actores políticos que nos han llevado a la actual situación, es que podremos cambiar las cosas. Dejar en herencia a nuestros hijos un mundo  más equitativo y justo. En definitiva, un mundo mejor.

Pero, este cambio, debe producirse de forma inmediata. Ya no hay tiempo de espera. Ellos, ya están llevando a cabo sus planes, lenta, pero paulatinamente. Su agenda se está cumpliendo, ahora mismo, mientras usted lee estas líneas.

No podemos dormirnos, ¡debemos actuar ya! ¡REACCIONAR! ¡UNIRNOS! Manifestándonos contra ellos, contra sus negocios sucios y sus prebendas. Acabar con los privilegios, castas y linajes, y apoyar decididamente a los nuevos actores que puedan provocar el cambio. Aunque, después, se vuelvan como los otros. Ya habrá tiempo de cambiarlos también a ellos. Al menos, así, detendremos la actual amenaza de esclavitud y penuria que se cierne sobre la población de Europa.

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