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Redaccion | Septiembre 19, 2015
Oferta Especial
La creencia en fantasmas, espíritus y demás fenómenos paranormales se encuentra muy arraigada en nuestras culturas, desde la época más remota de la antigüedad.
De hecho, los textos de las religiones mesopotámicas hablan de espectros que se forman en el momento de la muerte de un individuo, adoptando su personalidad y su memoria.
Los familiares de los fallecidos, tenían la obligación de realizar ofrendas de comida y bebida a los muertos para facilitar su vida en el más allá. De lo contrario, sus fantasmas podrían traer la mala fortuna y las enfermedades a los vivos.
Este tipo de creencias aún perduran en la actualidad. Pero, ¿qué hay de verdad en las historias de espíritus y fantasmas?
El testimonio de una persona en la que confiamos es, realmente, lo que más suele convencer a la gente de la existencia de espíritus y fantasmas. Lo más complicado, en teoría, sería el poder hallar una explicación que resulte convincente para las miles de experiencias paranormales que tiene continuamente la gente de distintas culturas, a lo largo y ancho del globo terráqueo.
Y, a pesar de que cientos y cientos de investigadores paranormales han intentado encontrar algún indicio de la presencia de estos seres durante las últimas décadas, absolutamente nadie ha logrado conseguir una sola prueba convincente que demuestre su existencia.
Pero, para aquellos que todo lo que pueda tener relación con esta clase de entes sobrenaturales, incluso con su metáfora, tiene algo de encanto, la siguiente puede que sea una noticia estupenda: “Puede haber un genuino fundamento mente-cuerpo para este tipo de percepciones anómalas”.
El libro, “The Spiritual Anatomy of Emotion”
Los investigadores, Marc Micozzi y Michael Jawer, han comenzado a documentar que existe un tipo de persona más proclive a experimentar este tipo de fenómenos: aquel que es ambientalmente sensible. Es decir, “el que sufre alergias pronunciadas o de larga duración, migrañas, fatiga crónica, dolor crónico, intestino irritable o inclusive sinestesia y extrema fotosensiblidad”.
El factor más importante detrás de este estudio es el que plantea que el cerebro y el cuerpo están efectivamente unidos, como planteaba Walt Whitman y ahora la neurociencia, y que los mensajes de la piel, como la hipersensibilidad atmosférica, son de hecho un mensaje. Cuando la psique y el soma están en consonancia, entonces se perciben más cosas. O, como Paul Valéry dijo: “lo más profundo está en la piel”.
El fantasma es un tópico tan fascinante que ha dado algunas de las mejores historias y metáforas, y ha dado origen a algunas de las mejores preguntas que se ha planteado la humanidad.
Este libro vuelve a poner en contacto, lo que alguna vez René Descartes disoció, el espíritu y el cuerpo. Decía: “El espíritu, es la fuente de la razón, la ciencia y todo lo bueno; la piel es sólo una máquina que sangra”.
“The Spiritual Anatomy of Emotion” (ver información)
Aún así, es más fácil encontrar, en el mundo de lo paranormal, personas que no persiguen encontrar una explicación racional a estos fenómenos, sino que buscan cualquier señal que confirme las creencias que hace tiempo ellos mismos han decidido son las correctas. Y, que aunque puedan existir explicaciones perfectamente lógicas y naturales para este tipo de fenómenos, simplemente las ignorarán como si las mismas no existieran o buscarán excusas para invalidarlas.
Por eso es importante mantener una actitud crítica ante estas cosas. Se quedarán sin algunas anécdotas entretenidas para contar en las fiestas, es verdad, pero vale la pena a cambio de deshacerse del miedo a todas esas supersticiones que aún arrastramos desde la edad media.
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