Redaccion | Septiembre 06, 2015
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Cuando se habla de la “Renta Básica”, hablamos de “un ingreso incondicional otorgado a todos, de forma individual, sin que implique algún tipo de prueba o el requisito de un trabajo”, se lee en la web de Basic Income Earth Network, una red global, enfocada a investigar temas relacionados con la educación, la defensa y la obtención de ingresos básicos.
La idea, es cortar todas las reglas y la complejidad de los sistemas, como la seguridad social, y crear un piso más estable, a nivel socioeconómico. Unas condiciones de vida mínimas, que se encuentren a disposición de todos los habitantes, ya sean ricos o humildes. Simplemente, proveyendo de dinero a la gente.
A algunos, les sonará como una idea fabulosa. “¿Dónde hay que votar para que la aprueben?”
Otros, sobre todo los que por norma están en contra de los programas de asistencia del gobierno, creen que hay algo bastante espinoso en la misma. “¿Dinero gratis? Trata de encontar un trabajo, ¡sanguijuela!”
Pero, los investigadores holandeses creen que esos temores son más que infundados. En los Países Bajos, dicen, todas las políticas de bienestar que se siguen en la actualidad hacen “algo” que no deberían: “asumir lo peor de las personas”.
Jacqueline Hartogs, la portavoz de la oficina que supervisa los programas de trabajo e ingresos de Utrecht, habló con Business Insider acerca de esta idea:
“Las normas actuales, en materia de bienestar, son bastante burocráticas. Y, en cierto modo, están basadas en la desconfianza pura y dura. En nuestro experimento, nos acercaremos a las personas con menos reglas, ninguna prácticamente, para comprobar si las mismas todavía se esfuerzan”.
Pero, echemos un vistazo rápido, para conocer por qué la Renta Básica es una idea que, al menos, vale la pena ser explorada.
Imagínese, que usted es uno de los trabajadores-accionistas de una empresa tecnológica, recién puesta en marcha. Su empresa está haciendo algo innovador, lo hace bien, y ha encontrado su lugar en el mercado.
Pero, un día, es absorbida por un conglomerado tecnológico gigante y, durante la noche, sus fundadores se unen al “Club de las tres Comas”. Usted, y decenas de abejas obreras como usted, se convierten en millonarios de la noche al día. Eso, si es tener suerte.
Si usted suele seguir las noticias de negocios o tecnología, esto probablemente le suene como un escenario familiar. Es una historia bastante común en estos días. Los “frikis” de las finanzas les llaman “los unicornios”. Y se han convertido en algo mucho menos raro o mítico de lo que hasta hace poco podía parecernos.
Y, aunque tratos como este son todavía algo tan poco común como sería el ganarnos la lotería, ésta, es una mano mucho más grande. Se podría dar una bofetada al mundo entero con esta mano.
La tecnología está reduciendo la necesidad de mano de obra humana. Y va a seguir siendo así cuando encontremos maneras de hacer que sea más potente.
Y esa es la idea, ¿no? Se supone que la tecnología nos va a hacer la vida más fácil.
Incluso, podríamos decir que, el no tener que trabajar con el único fin de satisfacer nuestras necesidades humanas más básicas, haría la vida inmensamente más fácil.
Y, en añadidura, también podríamos pensar que cualquier persona que desee las ventajas y comodidades que una mayor riqueza puede brindarle, se sentirá motivado a trabajar para alcanzar ese objetivo.
Lo irónico es que, a mucha gente en la Tierra, ni siquiera le gusta su trabajo. Hay algo claramente inquietante en una economía diseñada para hacer infeliz a la gente.
Pero, por desgracia, las reglas de la economía están ocultas detrás de la tecnología y, por el momento, la seguridad financiera para la mayoría de nosotros pareciera basarse en la tenencia de un puesto de trabajo estable.
El ex Secretario del Trabajo de los Estados Unidos, Robert Reich, explica porqué esa creencia carece de todo sentido, citando un ejemplo del mundo real:
“Estamos avanzando hacia un modelo de producción ilimitado, pero sólo para unos pocos. Aquellos que sean capaces de pagar los bienes así producidos. La proporción entre empleados y clientes está cayendo a unos mínimos históricos alucinantes”, comenta Reich.
“Cuando Facebook compró la compañía de mensajería WhatsApp, por 19 mil millones de dólares, el año pasado, la empresa tenía apenas 55 empleados, que atendían a unos 450 millones de clientes en todo el mundo”, acota.
“Esto, nos demuestra que cuando más se puede hacer, usando menos cantidad de gente, los beneficios van a parar a un círculo cada vez más reducido de ejecutivos, propietarios e inversores”, apunta.
“Lo que a su vez, nos deja al resto de los mortales con un menor número de puestos de trabajo, bien remunerados, y menos dinero para comprar aquello que pueda llegar a ser producido. Estamos siendo empujados a sectores de la economía basados en servicios personales de baja remuneración”, acaba finalmente denunciando el antiguo funcionario norteamericano.
Sobre la base de sus puntos de vista, podemos imaginar que Reich piensa que la Renta Básica es una gran idea. Y así es. De hecho, el antiguo Secretario del Trabajo propone que, al menos en los Estados Unidos, podría ser financiada sin necesidad de elevar las tasas de impuestos a los contribuyentes, haciendo uso de un porcentaje de las ganancias de todas las patentes y marcas que han hecho multimillonarias a sólo unas pocas personas.
La Renta Básica podría resolver la creciente desigualdad de ingresos y la pobreza, en un mundo, donde la tecnología hace que los empleos con salarios dignos sean cada vez más difíciles de conseguir.
Una investigación realizada por la Organización Internacional del Trabajo muestra que, a nivel mundial, los salarios se están reduciendo y que más de 200 millones de personas se hallan desempleadas. Y la falta de una red de seguridad, como la Renta Básica, está avivando las llamas del descontento social.
Pero, ¿por qué tiene que ser así? No tenemos ni idea del tipo de innovaciones y la creatividad, cargada de propuestas para mejorar el mundo, que se podría desatar si las masas de personas esclavizadas a un puesto de trabajo que odian, sólo para sobrevivir, tuvieran la libertad de perseguir las cosas que creen realmente son más importantes.
Y, qué mejor manera de averiguarlo, que llevando a cabo una prueba basada en dotar a la población de un ingreso básico.
Además, existen un montón de razones para la esperanza. Un experimento de Renta Básica, financiada por la UNICEF en la India, en 2013, dio lugar a una mayor actividad económica, un mayor nivel de empleo y el desarrollo del espíritu empresarial; Con un énfasis muy especial, en el impulso socioeconómico de la mujer, las personas de mayor edad o con discapacidades.
Los investigadores también encontraron una mejora notable en los niveles de nutrición y salud, de la asistencia a clases y el rendimiento escolar e, incluso, a niveles de higiene.
Pero hay más. La Renta Básica fue un elemento liberador, en el sentido más literal de la palabra. Algunas familias pudieron escapar o hacer avances significativos con la esclavitud que les suponían sus deudas.
“El principal valor de una Renta Básica sería su efecto emancipador”, escribió Guy Standing, uno de los investigadores responsables del estudio llevado a cabo por la UNICEF.
“Si el desarrollo tiene que ver con la libertad, hay que desafiar a los escépticos y mostrar una mejor manera de expandirla”, sentenció.
Un experimento de Renta Básica, llevado a cabo hace casi 40 años en Canadá, también produjo unos resultados sorprendentes. Y, hoy en día, países como Finlandia y Suiza están considerando la adopción de sistemas propios de ingresos básicos.
Esperemos que Utrecht pueda llevar a cabo esta experiencia.
Ya que, no estarían sólo abordando una cuestión de si los residentes Utrecht deben tener acceso o no a un nivel básico y digno de vida. También estarían demostrando una realidad preocupante, concerniente a algo sagrado: la integridad humana.
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