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El hecho de que los síntomas son muy generales hace que menudo se pase por alto hasta que es demasiado tarde
El hecho de que los síntomas son muy generales hace que menudo se pase por alto hasta que es demasiado tarde

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Siempre se ha dicho que el cáncer, cuando se detecta a tiempo, tiene grandes probabilidades de curación. Esta premisa se acentúa en el caso del cáncer de seno, cuyas campañas preventivas insisten en la detección temprana y el autoexamen.

Pero en lo que respecta al cáncer de ovario, la ciencia está en deuda con la población femenina, pues, en pleno siglo XXI, no hay un método eficaz para detectarlo prontamente.

Los cánceres que afectan al aparato ginecológico son el de endometrio, el de cuello uterino, el de trompas de Falopio y el de ovario.

Este último, tampoco distingue entre ricas o pobres, y su pronóstico es malo en más del 60% de los casos, pues luego de recibir tratamiento la mayoría de las pacientes muere en los siguientes cinco años. Esta tasa tan baja de supervivencia responde en gran medida a la diseminación del tumor más allá del ovario para el momento del diagnóstico.

Representa en términos globales la quinta causa de muerte por cáncer para ellas y en los países de Latinoamérica es el tercer cáncer ginecológico, precedido por el de cuello uterino y endometrio. Las mujeres no pueden hacer nada por sí solas para detectarlo pronto, no vale el “tócate” tan oportuno en el caso del cáncer de mama, lo cual es como caminar a ciegas sin saber qué obstáculos hay en el camino.

Las estadísticas muestran que es un cáncer poco frecuente, por cada 10 casos de cáncer de mama se registra 1 de ovario. Lo que lo hace peligroso, es que nace y crece en una zona del cuerpo, el abdomen, donde tiene espacio suficiente para extenderse sin encontrar ningún obstáculo que detenga su avance. Esto genera los más variados síntomas, haciendo que el diagnóstico sea, por lo general, muy poco claro.

 

¿Cómo reconocerlo?

El doctor Andrés Redondo, oncólogo del Hospital Universitario La Paz, de Madrid, España, explica que “el cáncer de ovario es un tumor que no tiene síntomas muy precisos, y eso da lugar a que el diagnóstico muchas veces se retrase más de la cuenta.

Los síntomas pueden consistir en molestias abdominales, etiquetadas en muchas oportunidades como gases. El síntoma más típico puede ser la distensión del abdomen, es decir, un aumento de volumen por la acumulación de líquido, que es lo que generalmente permite el diagnóstico. Cuando eso ocurre ya el tumor se ha salido del ovario y está en fase avanzada”.

Advierte Redondo que “la prueba de la ecografía ginecológica no es lo suficientemente precisa como para verlo de buenas a primeras. Muchas veces la imagen no asegura que sea un tumor y a veces puede ser confundido con quistes. Se han hecho muchos estudios usando la ecografía y el análisis de sangre pero estos no han conseguido disminuir la mortalidad ocasionada por tumores en los ovarios. Sin embargo hay un 25 % de casos que se ha detectado en fase inicial, y se curan. El detalle es que estos diagnósticos, en su mayoría, son fortuitos”.

La paciente promedio es una mujer con molestias y dolor abdominal por una acumulación de líquidos, lo que puede generar dificultades también a nivel intestinal. Hay que estar alerta ante síntomas como el aumento de volumen abdominal, molestias estomacales y sensación constante de gases.

La recomendación principal del experto es hacerse exámenes ginecológicos al menos una vez al año que incluyan un ultrasonido pélvico transvaginal. “Surge la necesidad de buscar un método que detecte signos precoces de la enfermedad y por eso es recomendable el llamado screening, una serie de exámenes y pruebas pélvicas, vaginales y de sangre que va descartando la existencia de riesgos o predisposiciones hacia el cáncer de ovario.

Es necesario que el médico, que debe ser un cirujano oncólogo o ginecólogo oncólogo, tome en cuenta toda la información que tiene en sus manos como la edad, la fecha de la última menstruación, si ha habido embarazo y cómo se desarrolló, si la mujer es menopáusica o posmenopáusica; en fin, no subestimar ningún dato que pueda ser útil para hacer un buen diagnóstico”, detalla Andrés Redondo.

Es recomendable que las mujeres con riesgo hereditario sean examinadas con mayor empeño por parte de sus médicos. Muchos estudios sugieren que dichos análisis deben  iniciarse a los 35 años, o de cinco a 10 años antes que la edad más temprana del primer diagnóstico de cáncer de ovario sufrido en la familia.

 

¿Quiénes lo padecen?

Aunque no es imposible, es poco frecuente en mujeres jóvenes. La incidencia de esta patología aumenta con la edad y por lo general se manifiesta de los 50 años en adelante.

Aproximadamente, 5% de los casos se presenta en mujeres con predisposición genética. Corren un riesgo ligeramente mayor aquellas cuya primera menstruación fue muy precoz y la última muy tardía, también las que tienen antecedentes de infertilidad y endometriosis.

Algunos factores hereditarios pueden predisponer a algunas mujeres a desarrollar un cáncer de ovario. Sucede cuando en la familia hay antecedentes de dos o más miembros con la enfermedad en cuestión o incluso con cáncer de mama o el llamado síndrome de Lynch. Esta enfermedad tampoco tiene factores de riesgo conocidos. Los hábitos de vida como el consumo frecuente de tabaco y alcohol o la promiscuidad son factores de riesgo para otros tipos de cáncer pero no aplican directamente para este, no influyen de manera decisiva en su formación.

Para el  experto, “el hecho de encontrar un quiste en un ovario no quiere decir que siempre se vaya a convertir en algo más comprometedor. Pasa mucho que estos quistes solamente requieren un monitoreo frecuente y su presencia no es maligna ni riesgosa. En caso contrario el médico deberá extraer el quiste lo más pronto posible”.

 

Una esperanza para quienes lo sufren

El patrón de tratamiento a seguir es el de siempre: extirpar el tumor tanto como sea posible e iniciar el ciclo de quimioterapia. El oncólogo español aclara que “el cáncer de ovario es un tumor de mal pronóstico pero muy quimio sensible, es decir, la quimioterapia resulta muy eficaz, pero no lo es todo, por eso es importante seguir investigando en la creación de nuevos fármacos”.

Lo más optimista que pudiera anunciarse en estos días es que autoridades de vigilancia e investigación farmacológica a nivel mundial han ido aprobando progresivamente el uso de un medicamento que ya estaba indicado para otros cánceres y cuya autorización para combatir el de ovario había demorado demasiado.

Se trata del bevacizumab, de Laboratorio Roche. Es un medicamento biológico, llamado también antiangiogénico, que es capaz de bloquear la formación de vasos sanguíneos que en definitiva son los responsables de alimentar los tumores en los ovarios.

El especialista madrileño explica que “el tumor necesita sangre para crecer y el bevacizumab se lo impide. Esta medicina, unida a la quimioterapia, logra que el tumor se paralice durante mucho tiempo. Es un acontecimiento importante en la historia de la investigación del cáncer de ovario, pues en los últimos 15 años no se han aprobado medicamentos en lo que se conoce como la primera línea, el tratamiento inicial”.

“Se habían hecho cientos de estudios con fármacos y ninguno de ellos había conseguido mejorar el tratamiento estándar, considerado bueno pero insuficiente. Con este nuevo avance se ha logrado que la enfermedad esté inactiva, y eso eleva considerablemente la calidad de vida de las mujeres”.

En cuatro estudios clínicos a gran escala, este tratamiento ha demostrado ayudar a las mujeres con cáncer de ovario a vivir más tiempo sin empeorar.

 

La vida después del tumor

La cirugía del cáncer de ovario requiere la extirpación del útero y de los ovarios. Aclara el doctor Andrés Redondo que “excepcionalmente en tumores muy limitados a un solo ovario, con diagnósticos muy precoces, se pudiera intentar operar quitando solamente un ovario si la paciente manifiesta claramente a su médico su deseo de concebir.

Pero insisto, eso ocurre muy de vez en cuando. Sin embargo es bueno aclarar que la mayoría de las mujeres que padecen este mal han cumplido ya entre 55 y 60 años, por lo tanto muchas de ellas ya ha tenido varios hijos para el momento de la operación”.

 

¿La vida sexual de una mujer que padece este cáncer es posible?

“Puede tener vida sexual, pero va a depender de su estado general, de cómo se encuentre ella. Hay pacientes que tienen una rutina sexual absolutamente normal, pero hay otras con mucha sintomatología, que están muy débiles y eso no les permite llevar una vida sexualmente activa. Hay mujeres a quienes la cirugía les ha dejado alguna secuela y eso limita drásticamente su vida sexual”.

 

Ovación a quienes lo combaten

Por lo complicado de su diagnóstico y dramático de su tratamiento, las mujeres que luchan contra este mal se merecen un verdadero homenaje. Son mujeres valientes a las que se debe prestar todo el apoyo y consideración. Bien vale apuntar que ha habido innumerables casos de mujeres en todo el mundo que han vencido al cáncer de ovario y han logrado sanarse de forma permanente.

En países latinoamericanos es muy frecuente el cáncer de cuello uterino aunque su incidencia está disminuyendo por las campañas de screening, citologías y el papanicolaou. En países occidentales es más frecuente el cáncer de endometrio. En el caso del cáncer de ovario, la idea es la de ir avanzando en los tratamientos, para poder ofrecer a las pacientes, la mejor cirugía y las nuevas terapias que vayan surgiendo, a fin de elevar su esperanza y calidad de vida.

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