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LA MALDICION DEL ARQUITECTO DE LAS TORRES GEMELAS

Además del World Trade Center, otras obras del arquitecto Minoru Yamasaki, también sufrieron un fatídico destino...

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Este año, se conmemora el 20 aniversario de aquel fatídico 11 de septiembre de 2001, día en que las Torres Gemelas, el World Trade Center de Nueva York, sufrió un ataque jamás vivido en suelo de los Estados Unidos y que, a la postre, provocaría la caída de las emblemáticas torres tan solo unos minutos después del ataque.

Inaugurado el 4 de abril de 1973, el World Trade Center fue un complejo de edificios ubicados en el Bajo Manhattan, en la ciudad de Nueva York, que incluía a las Torres Gemelas y el World Trade Center 7, también destruido en los atentados del “11S”.

Minoru Yamasaki, fue el arquitecto encargado de diseñar las torres más icónicas del horizonte neoyorkino a principios de la década de los 60. Pero, al revisar su obra, un inquietante detalle sale a relucir: algunos de sus proyectos más relevantes también sufrieron un fatídico destino.

¿Mala suerte? o ¿simples coincidencias? Lo cierto es que, paralelo al reconocimiento obtenido por éxito alcanzado con la construcción de las torres gemelas, a Yamasaki le empezaron a llegar desconcertantes noticias sobre sus trabajos iniciales.

Desde muy temprano, Yamasaki había arrancado con su propia empresa de arquitectura, logrando con el tiempo responsabilidades cada vez mayores, además de reconocimiento. Con el objetivo de darse a conocer en otros estados, el arquitecto decidió aceptar el encargo de un proyecto para la ciudad de St. Louis, en 1953. Proyecto que fue su primer logro, pero también el inicio de su maldición.

Fue el primer proyecto realmente importante de Yamasaki, y probablemente uno de los más ambiciosos: un desarrollo urbanístico, levantado entre 1954 y 1955, que tenía por objetivo ofrecer vivienda a los habitantes de St. Louis que poco a poco iban desplazándose a los suburbios.

Un enorme complejo, en un terreno muy disminuido. Sin embargo, Yamasaki supo enfrentar esa desventaja inicial, creando un sorprende diseño que maravilló a muchos arquitectos de la época. Pero, la alegría inicial, pronto se tornaría en tristeza.

Al poco tiempo de su construcción, un destructor tornado azotó una de las zonas más pobres de la ciudad, dejando a muchos de sus habitantes en la calle. Las autoridades, movidos por la enorme presión social resultante, decidieron reducir los requisitos de admisión al complejo habitacional ideado por el arquitecto, que acabó sobre poblándose rápidamente.

La concentración de gente de bajos recursos y las escasísimas oportunidades de trabajo en sus cercanías, ocasionaron que los índices de delincuencia dentro del conjunto Pruitt-Igoe pronto se dispararan como un cohete.

Finalmente, la falta de mantenimiento, los problemas de seguridad y el declive económico, aunado a otros factores de carácter especulativo, tuvieron como consecuencia que se ordenara la demolición del desarrollo, conformado por un total de 33 edificios.

La dimensión del fracaso de Pruitt-Igoe, que se convirtió en un icono emblemático, provocó un intenso debate sobre política de vivienda pública. El proyecto Pruitt-Igoe fue una de las primeras demoliciones de edificios de arquitectura moderna y, su destrucción, fue descrita por el arquitecto paisajista, teórico e historiador de la arquitectura Charles Jencks como “el día en que murió la arquitectura moderna”.

Sin dar mucha importancia a su primer fracaso en St. Louis, Yamasaki logró obtener otros encargos para la “Gateway City”, como lo fue la construcción de la terminal principal de su aeropuerto, en sustitución de la antigua terminal que había sido construida en la década de los treinta.

El arquitecto diseñó una terminal de hormigón de cuatro cúpulas, que luego inspiraría diseños de aeropuertos similares, como el Aeropuerto Internacional John F. Kennedy, de Nueva York, y el Aeropuerto París-Charles de Gaulle, en Francia.

Con los años, la simple elegancia de la terminal ideada por Yamasaki se vio disminuida por reparaciones descoordinadas y el desorden. La señalización, las pantallas de información y los quioscos se habían acumulado creando obstáculos y confusión para los pasajeros, y disminuyendo drásticamente la belleza y monumentalidad de la obra.

Finalmente se logró rescatar. Fueron eliminados todos los elementos innecesarios, restaurando el espacio a su esencia. Las célebres bóvedas de concreto recobraron toda su espectacularidad. Pero, a punto estuvieron de ser demolidas.

Suerte con la que no corrió la Terminal A del Aeropuerto Internacional Logan de Boston, demolida en 1993. Otro de los edificios aeroportuarios diseñados por Yamasaki en la década de los sesenta y que, en su día, estuvo ocupado por la hoy desaparecida Eastern Air Lines.

En 1963, se incendió el Centro Nacional de Registros de Personal Militar en la ciudad de St. Louis, diseñado por Yamasaki en 1955, que obligó a la total reconstrucción del edificio. Y, en 1980, otro de sus diseños, la Escuela Primaria Lincoln en Livonia, Michigan, fue demolida y reemplazada por un nuevo edificio, más funcional.

Era tanta la desdicha que todo ello iba provocando en su ser que, según relatan sus allegados, hubo un momento en el que aquel pobre hombre llegó a pensar que estaba maldito. No sólo él, sino también todo lo que había construido. Realmente, llegó a obsesionarse con la idea.

Pero, la maldición de Yamasaki perduraría hasta años después de su muerte, acaecida el 7 de febrero de 1986. En marzo de 2011 comenzó la demolición del Centro de Entretenimiento Quo Vadis, en Nueva York, que se completaría cuatro meses después, en junio del mismo año.

Igualmente diseñado por Yamasaki, abrió sus puertas en 1966. Su exterior presentaba un aspecto muy modernista, mientras que su interior alguna vez lució un diseño con aires muy “romanos”. Se le consideró todo un palacio dedicado al cine, por su lujoso ambiente y su recordado salón de cócteles, el “Over 21 Club”, en el segundo piso.

A finales de 2007, se creó un grupo llamado “The Quo Vadis Preservation Foundation” para intentar salvar el teatro que, lamentablemente, no logró hacer realidad su cometido.

Pero, el que sin duda alguna fue el proyecto más importante de la carrera de Minoru Yamasaki, fue el diseño de las Torres Gemelas, en Nueva York. Una espectacular obra arquitectónica que, en su momento, fueron reconocidos como los edificios más altos del planeta.

Más de treinta años después de su construcción, el tristemente célebre 11 de septiembre de 2001, las majestuosas torres sufrirían el devastador ataque del terrorismo fundamentalista islámico. Y, aún hoy, veinte años después de la tragedia, la sociedad estadounidense sigue cuestionándose sobre la enorme facilidad con la que colapsaron las torres y si, dicho colapso, pudo deberse a un falla en el diseño de las mismas.

La antigua sede corporativa de Montgomery Ward en Chicago se resiste, aunque fue reconvertida a condominio residencial a finales de 2006. El edificio, fue declarado Monumento Nacional Histórico de los Estados Unidos, en 1978, y monumento histórico de Chicago en mayo de 2000, y es una de las pocas obras del arquitecto que aún hoy podemos contemplar en pie.